Glosas
Enrique García y García*
AMANALLI … agua
preciada.
No recuerdo el número de veces que he visitado el sitio
arqueológico sanmiguelense de Cañada de la Virgen, pero siempre encuentro algo
novedoso y ayer no fue la excepción, cuando me concentré en observar aspectos relacionados con la fuente
de su agua potable, el amanalli .
En más de una ocasión me he referido a las providencias
que el hombre ha tomado para guardar el agua de lluvia para los meses secos. Ha
construido presas, bordos, cajas de agua, aljibes, humedales, jagüeyes y
estanques; ahora toca el turno de comentar sobre los amanallis. La ortografía obliga el uso de las cursivas para denotar
una palabra no castellana pues es de origen náhuatl; a, atl: agua y manalli,
estanque.
Hace un milenio aproximadamente, Cañada de la Virgen era
un centro ceremonial religioso a modo de santuario, al que personas ajenas al
lugar hacen un recorrido para llegar al templo y conectarse con sus
divinidades. Como todo lugar de este tipo, era necesario cubrir los servicios
básicos que demandaban los peregrinos y el agua era el más importante.
Generalmente, el término se entiende como un depósito
artificial o natural para captar y almacenar agua de lluvia, que se llena
directamente o a través de canales colectores de otras superficies aledañas.
Para la operación rutinaria cuentan con un bordo, compuerta y vertedor, para contener
el agua y drenar las demasías de manera controlada. En el sitio en comento se dan
esas características. Abundo.
En el costado Norte de la calzada que lleva al cuerpo
piramidal, se localiza el amanalli,
que tiene forma elíptica y ocupa una superficie aproximada de una hectárea. Se
llenaba con agua de lluvia captada allí mismo y la que caía en la periferia, la
cuál era atrapada con el auxilio de surcos de piedra y se llevaba por canales sub-superficiales y de allí al
estanque. Dichos ductos conformaban una red hidráulica formal para el
almacenamiento del agua, cuya descripción aún no se tiene y sería objeto de
estudios adicionales.
El llamado Complejo A, (se identifican en la actualidad
tres zonas) alberga el cuerpo piramidal principal, habitaciones y un gran patio
hundido casi cuadrado, que una vez llenado constituye un espejo de agua
utilizado para realizar observaciones astronómicas. Ese volumen de agua se desfoga
hacia el estanque por un orificio en la esquina SE, a través de un canal enterrado
que supongo debe medir alrededor de doscientos metros.
Por otra parte, el patio del “Complejo B”, tiene a su vez
un orificio de desagüe de corte
rectangular ubicado en el lado Este, que está conectado a un vertedor y éste a
un canal de conducción. Es importante señalar que dicho auxiliar hidráulico
permite filtrar y decantar el flujo que
se envía al amanalli, previniendo así
el enturbiamiento del agua y azolvamiento del estanque, que obviamente
limitaría su capacidad de almacenamiento. Sorprendente.
En la periferia de los dos Complejos señalados, se han
identificado diversos surcos de captación de agua de lluvia que presuntamente
convergen a otros conductores secundarios. Con estos antecedentes, me atrevo a
aseverar que el Santuario contaba con una red hidráulica de captación de agua
de lluvia para cubrir las necesidades de los peregrinos, cuya longitud estimo que
podía ser de dos mil metros aproximadamente.
El amanalli de Cañada de la Virgen es un
recipiente natural sobre una depresión del terreno formada por roca basáltica y
suelo arcilloso, condiciones que garantizan la impermeabilidad del depósito; no
se han encontrado indicios de recubrimientos adicionales para cerrar más la
porosidad como ocurre en otras localidades.
Ya se decía que la
superficie del estanque es de aproximadamente una hectárea y el dique perimetral
construido debe medir aproximadamente cuatrocientos metros. En el extremo Este,
se tiene ubicada la corona del bordo, que correspondería al lugar de desfogue
hacia la parte baja en dirección del arroyo. El tipo de terreno elimina la
posibilidad de tener terrazas de cultivo en esa ladera, pero habrá que esperar
la opinión de los expertos arqueólogos que ya han dilucidado muchos aspectos
del sitio.
De acuerdo a mis
estimaciones, el depósito tenía una capacidad de almacenaje suficiente para
dotar agua limpia a quinientas personas, suponiendo seis meses sin lluvia y usándola
para beber e higiene básica. No se tienen datos del número de sacerdotes,
auxiliares y peregrinos que habitaban el lugar, pero a partir de la capacidad
de cobertura hídrica, considero que el Santuario fue muy importante en su época.
La etimología
náhuatl de amanalli es estanque de
agua, pero creo que hoy, más que nunca significa “agua preciada”
7 de agosto del 2012
Cualquier
comentario referente a esta columna es bien recibido en mi correo
electrónico: ptfsc@prodigy.net.mx y también en twitter
@fisicogarcia
No hay comentarios:
Publicar un comentario