Glosas
... un espacio para hablar desde San Miguel
Enrique García y García*
CANANEA…focos rojos.
De nueva cuenta la ausencia de información oportuna,
precisa y confiable hace un polvorín ecológico
a partir de un accidente industrial que supongo grave pero no
catastrófico como se le tilda a priori.
Lo anterior viene a colación por el reciente derrame de líquidos ácidos a uno
de los afluentes del río Sonora, proveniente de la mina de cobre a cielo
abierto conocida como Cananea y que pertenece a la empresa minera Grupo México.
El proceso de extracción del metal que allí se realiza
es por el método de lixiviación ácida que comprende una etapa de mezclado del
material en bruto sacado de la mina con ácido sulfúrico, lo cual se hace en
unas represas para después continuar con otras acciones. Debido a errores
operativos en el proceso que desconozco a detalle, uno de los contenedores
falló en su función y se produjo el lamentable derrame que fue controlado horas
después por la empresa, no obstante el daño ya estaba hecho.
No dejo de señalar que para evaluar la contingencia es
necesario conocer los datos fisicoquímicos
fundamentales como el pH, que indicaría el grado de concentración del ácido
donde se produjo la fuga, a lo largo del rio y en los bordos de captación aguas
abajo, mismas que deberán realizarse de manera continua. El mecanismo de
infiltración de agua superficial a los mantos acuíferos subterráneos1 hace
descartar la contaminación del agua que se extrae de pozos profundos para
distintos usos incluyendo el doméstico. Las mediciones in situ lo confirmarán.
Los procesos de lixiviación2 ácida son
comunes y tienen sus peligros como toda actividad industrial y en el caso que
nos ocupa se centran en el uso de ácido sulfúrico cuyo manejo y disposición no
son sencillos, por lo que conllevan riesgos de contaminación ambiental. Desde
hace una década se ha venido trabajando en otros procedimientos extractivos más
amigables con el ambiente y uno de ellos es la llamada biolixiviación.
Hace unos años tuve oportunidad de evaluar un proyecto
de otra empresa minera que pretendía usar esa tecnología después de analizar las
contingencias ambientales inherentes al método tradicional. La investigación se
centraba en el uso de bacterias para desprender cobre y zinc del material que
se recogía de las minas. Bien, se abrían otras alternativas tecnológicas. En
pocas palabras el método se basa en la disolución del cobre por acción
bacteriana en un medio ácido para después seguir otra etapa de recuperación del
metal para uso a nivel industrial. Esta aplicación proporciona grandes
beneficios, unos de orden económico por
una mejor eficiencia energética, y otros ecológicos dado que los subproductos
generados son residuos estables y de baja toxicidad.
La legislación ecológica aplicable a todos estos
procesos ha cambiado con objeto de cubrir las innovaciones tecnológicas como la
descrita en el párrafo anterior y para ser más explícita en lo referente a las
responsabilidades inherentes se ha expedido la Ley Federal de Responsabilidad Ambiental 3 que contempla
sanciones e incluso denuncias de carácter penal a los infractores. Así las
cosas, las empresas mineras tienen que revisar con mayor detenimiento sus políticas
administrativas, procedimientos técnicos, y muy especialmente sus manuales de
seguridad industrial y planes de contingencia durante y después de algún
siniestro. También deberán considerar el cambio hacia metodologías que afecten
menos al medio ambiente como la referida anteriormente.
En el caso que nos ocupa, ya se señalaba que el accidente
era grave por la magnitud del derrame y su contenido, pero no se puede ahondar
en ello y menos sobre sus efectos y acciones para corregir los daños, debido a
la escasez de información de la empresa responsable y de las autoridades que
atienden el caso. Esa ausencia de datos precisos ha hecho que el incidente se
vuelva un verdadero “polvorín” ecológico que origina notas periodísticas sin
ton ni son, creando un ambiente de temor y rechazo hacia la actividad minera en
su conjunto.
Es de esperarse que en los próximos días aparezcan más
conjeturas y posiciones de condena a la empresa, máxime si no emite opinión concreta
sobre el siniestro, daños causados y la evolución de las acciones para
resarcirlos, y por otro lado las autoridades omiten los datos precisos sobre los
niveles actuales de contaminación en los ríos y presas afectados, así como los
daños en personas, flora y fauna de la zona. Hay que informar para no
confundir.
Este incidente en Cananea enciende focos rojos para otras
actividades no sólo industriales sino
todas aquéllas que afectan sensiblemente el medio ambiente tanto en dicha
demarcación como en todo el País. Hay muchas.
1 Agua subterránea…un
espejismo. E. García y G., julio 2013.
2 Lixiviación ácida, Enciclopedia Wikipedia, 2014
3 Ley Federal de
Responsabilidad Ambiental, jul 2013
22 de agosto del 2014
Cualquier
comentario referente a esta columna es bien recibido en mi correo
electrónico: ptfsc@prodigy.net.mx y también en twitter @fisicogarcia
* Físico Nuclear, egresado de
la UNAM, con diversas especialidades en energía, agua y transferencia de
tecnología; autor de cinco libros de divulgación técnica, dos más por
publicarse, y una centena y media de publicaciones afines; editorialista en
diversos periódicos nacionales, en temas humanistas y técnicos; consultor
independiente con sede en San Miguel de Allende, Gto.
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