Glosas
... un espacio para hablar desde San Miguel
Enrique García y García*
CAJAS DE AGUA … motores de
bienestar.
Durante la
reciente impartición de los Talleres de inducción para medir la calidad del
agua, recibí una doble impresión que me
hizo empezar a juntar ideas para las Glosas que lees amigo mío.
Por un lado la
grata imagen de ver a los niños que hacía meses había enseñado y que me recibían
con el gusto de ver al maestro a quien le mostrarían la tarea hecha. No hubo
recriminación alguna por mi ausencia durante varios meses, ni tampoco por haber
olvidado enviarles los focos nuevos para el salón que tanta falta les hacen.
Nada, sólo sonrisas. Estimulación para el de la pluma.
En contraste a esa
cara amable, veía por su ventana la otra, la de la desolación del lugar que
había sido adoptado para el monitoreo de agua: su presa. El agua se había
retirado de la orilla en la que hicimos las primeras mediciones, y de seguir la
situación así, ¿qué vigilarían?, me preguntaba sin pronunciar palabra alguna.
Reflexiones profundas.
Algo se puede
hacer: a recuperar el líquido con “cajas de agua”. Y, ¿Qué es eso?, te
preguntarás con justificada razón y más aún si son de agua.
A lo largo de la
historia universal leemos que el hombre ha enfrentado múltiples épocas de
sequías y también así momentos de grandes precipitaciones pluviales, y la forma
de hacerlo ha sido mediante de la construcción de depósitos artificiales
conocidos genéricamente como “cajas de agua” aunque se conocen también como
“cuadros de agua”. Los beneficios son múltiples y dependen de varios factores
como su ubicación geográfica y uso de la tierra, por mencionar los más
relevantes.
En unas instancias
las “cajas de agua” se han edificado para la captación y almacenaje del líquido
durante los meses de lluvia para ser usada durante el estiaje, en otras más, el
propósito es la prevención estragos de las aguas torrenciales que año con año se
presentan. Hay situaciones en que el almacenaje en depósitos planos se usa para
dotar de humedad a la tierra vegetal circundante y aprovecharla para cultivos
particulares. En todos los casos se tiene un provecho a largo plazo que lo
constituye la recarga de los acuíferos subterráneos, sin embargo dado el
movimiento tan lento del agua en el subsuelo la utilidad no es a corto plazo.
En la región del
Bajío se tiene registrada la canalización o entarquinamiento de las aguas de
avenidas en “cajas de agua” para diversos usos desde el siglo XVIII y de ello
da cuenta nuestro ilustre visitante Alexander von Humboldt en 1823, que
menciona la utilización de la técnica para uso agrícola y describe el
funcionamiento de la red de canales secundarios, compuertas y bordos, que en su
conjunto comprendían la dotación, conducción y desalojo de las aguas
torrenciales.
En la literatura
se habla que las “cajas de agua” registradas tenían superficies que alcanzaban
hasta 150 hectáreas con profundidades que no rebasaban 5 metros. Los bordos
circundantes o limítrofes tenían forma piramidal y eran construidos de piedra
para soportar el empuje del agua almacenada y evitar su deterioro. Las de mayor
tamaño tenían cajas o bordos secundarios que interconectados constituían
verdaderos sistemas hidráulicos de amplio soporte a la agricultura y prevención
de desastres.
La existencia de
las “cajas de agua” se vino abajo en la segunda mitad del siglo XX por los
problemas de la tenencia de tierra y agua generados por el reparto agrario, por
la construcción de grandes embalses y por la extracción de agua del subsuelo.
La situación de severa sequía que prevalece actualmente, hace reconsiderar con
urgencia la reconstrucción y rehabilitación de las miles de cajas de agua en
todo el País, cientos de bordos y pequeñas presas. Hay que entarquinar el
preciado líquido para que sea la base de la energía que nos dará progreso.
En este día del
niño, va mi compromiso con ellos para que tengan esas “cajas de agua”… motores
de bienestar.
Día del niño, 30 de
abril del 2012
Cualquier
comentario referente a esta columna es bien recibido en mi correo
electrónico: ptfsc@prodigy.net.mx y también en twitter
@fisicogarcia
2 comentarios:
Ernesto Usabiaga Reynoso Mayo
3,2012 12:46 pm
Estimado Enrique:
Nuevamente
disfrutando de tus GLOSAS. El tema de esta última me trae recuerdos de mis
primeros años de actividad agrícola, en la primera mitad de los años cincuenta
del Siglo próximo pasado. En la propiedad familiar de la ex hacienda de
Aguilares, existían dos envases (cajas) de agua, que cubríamos alternadamente
cada año. La Superficie de estos espacios era de aproximadamente 50-00-00 Has.
c/u. y una profundidad máxima de 3 metros. Disponíamos del volumen almacenado,
durante el temporal de lluvias, para irrigar, aguas abajo, siembras de trigo o
avena. En esa época aun no se establecían cultivos de cebada maltera en el
Bajío. En la humedad residual establecíamos cultivo de garbanzo blanco.
Coincidiendo con tus aseveraciones, el beneficio era múltiple: reservar agua y
aprovechar para irrigar aguas abajo, establecer un cultivo en la humedad
residual y aunque de manera insignificante, permear algo del liquido al
subsuelo. Posteriormente, gracias a las absurdas leyes de nuestro
gobierno federal, nos prohibieron seguir usando ese sistema de hacer buen
aprovechamiento del agua de lluvia. Ojala en algún futuro cercano se
restableciera esa técnica, aunque en forma actualizada y tecnificada, para
revertir el problema tan serio del mal uso del agua de lluvia.
Te envió un afectuoso abrazo,
Ernesto
Leopoldo Rubio Salinas Mayo
7,2012 13:15 pm
Estimado Enrique.
Como siempre me da
mucho gusto leer los temas que tratas. Sobre las "Cajas de Agua",
fiel a mi origen campesino, fue un tema que trate hace ya muchos años en el
periódico "El Nacional", antecedente de lo que el hoy "El
Correo", en donde me permitían escribir una vez a la semana, y en ese
artículo compartía los mismos criterios y opiniones que ahora manejas; aunado
además, el hecho de que estas cajas permitían la presencia de aves que antes
teníamos y ahora no, o de "Alcociles" que comíamos como camarones, o
el simple hecho de la humedad siempre presente.
Saludos cordiales y mis respetos.
Leopoldo
Rubio Salinas
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