Glosas
... un espacio para hablar desde San Miguel
Enrique García y García*
HUNDIMIENTOS e
INUNDACIONES … irremediable binomio.
Ya aparecieron las lluvias en casi todo el país y para
muchos es la primera llamada para alistarse a enfrentar los aguaceros que de un
tiempo para acá son considerados atípicos, pues la intensidad y frecuencia
salen del historial de registro. Se anuncian con gran profusión las obras que
protegerán a la población de posibles inundaciones, como obras de
infraestructura hidráulica de colección de agua, reforzamiento de bordos,
limpieza de alcantarillas, por mencionar algunas.
En otro ámbito y digno de encomio, se anuncian cursos
y seminarios de prevención de riesgos por inundaciones, los cuales suponen la
existencia de planos que señalen en cada localidad las zonas de riesgo, sin
embargo ésto es mera ilusión pues las autoridades municipales y delegacionales,
apenas están consolidando sus equipos de
trabajo, lo que orilla a que los capacitadores tengan que plantear situaciones
hipotéticas. Siempre lo mismo.
No es novedad que cada año se den inundaciones en la
parte oriente de la Capital de la República pues desde hace varios siglos esa
zona estaba conformada por cinco lagos 1 intercomunicados
que eran alimentados por una treintena de ríos y arroyos que serpenteaban las
laderas de las serranías que albergan la cuenca del Valle de México. Don Manuel
Orozco y Berra publicó en 1864 “Memoria para la Carta Hidrográfica para la
Ciudad de México” donde se describe la situación hidráulica que se vivía en
esos años. Consulta 2 obligada.
Las inundaciones de la Capital se han presentado desde
que se inició el secado intencional de la zona y la deforestación, para inicialmente abrir
espacios para aéreas habitacionales y campos de cultivo prehispánicos, y
posteriormente las construcciones virreinales.
Toda una ciudad se fue extendiendo a partir de los
sitios donde se encontraban las primeras edificaciones, ganando terreno al agua
y lo inevitable sucedió: el agua reconoció sus sitios y cada año como desde
entonces, se hace presente en la época de mayores precipitaciones, anegando las
zonas. Empezó la batalla. A esta situación se agregó el problema del desalojo de las aguas residuales a través de canales
de desagüe. El hombre cambiaba el equilibrio de la naturaleza y las
consecuencias no se hicieron esperar.
A la fecha se tienen registradas una veintena de
inundaciones importantes. Aquí va un corto recuento.
Las obras hidráulicas en la Cuenca del Valle de México
iniciaron a mediados del s XV, en la época de Nezahualcóyotl, cuando se
construyeron amplios bordos a modo de calzadas, para facilitar el transporte
terrestre, acueductos para enviar agua de las zonas altas, y diques, con doble
propósito, para separar las aguas salobres del lago de Texcoco, de las dulces
de Xochimilco y Chalco; también y no menos importante para prevenir las
inundaciones en los islotes donde se encontraban Tlatelolco y la Gran
Tenochtitlán.
Después de las grandes inundaciones que se dieron alrededor
del 1600 surgieron voces que planteaban cambiar de ubicación la ciudad a zonas
secas como Tacubaya y Coyoacán, pero nada se consiguió y prevalecieron
“razones” de índole político para seguir construyendo sobre lo conquistado, a
pesar del hundimiento que ya se percibía. Se decidió que el problema se
solucionaría creando obras para desaguar la cuenca. Punto.
El primer trabajo de consideración se encomendó al
científico alemán Enrico Martínez (Heinrich Martin) quien construyó “la obra
hidráulica más grande y admirable del continente”: El Desagüe, como se le
conoció en la época. Éste era un túnel de siete kilómetros que iniciaba en la cercanía
de la población de Huehuetoca y descargaba en el río Tula; su construcción se
realizó durante diez largos años con múltiples cuestionamientos económicos y
técnicos.
Unos años después de su puesta en servicio, la ciudad sufrió
una de las más grandes inundaciones que se tenga memoria en el año 1629. De
nueva cuenta se propuso lo sensato, cambiar la ubicación de la ciudad a una
zona no lacustre, entre Tacuba y Tacubaya, y el resultado ya lo imaginas amigo
lector, nada, a seguir tercamente con lo mismo y a buscar nuevas soluciones.
Éstas fueron modificar El Desagüe y abrir un inmenso tajo cuya construcción
llevó varios años y cobró muchas vidas en la cercanía de la población
Nochistongo y de allí tomó el nombre.
Durante casi doscientos años esa obra funcionó para
desalojar las aguas de la ciudad al tiempo que continuaban los cuestionamientos
para resolver la encrucijada pues la ciudad crecía y se hundía. Nada ocurrió durante
ese tiempo pues se esgrimían razones económicas y políticas. Lo de siempre. El
latente problema fue atendido por don Porfirio Díaz y se decidió construir una
obra que “gobernara las aguas del valle” y así, con ese espíritu se inició la
construcción del Gran Canal del Desagüe que constaba de un canal abierto de 47
km y otro tramo cerrado de 10 km. La obra se anunciaba profusamente y se decía
que era de doble propósito: desalojar
aguas residuales domésticas y las provenientes de las lluvias. Se inauguró en
1900 y se hablaba de “La obra colosal, aspiración de varios siglos”. Su
funcionamiento fue satisfactorio durante las primeras décadas hasta que en 1920
la ciudad se volvió a inundar, pues el desfogue resultó insuficiente por el
hundimiento de la ciudad.
A partir de los años cincuenta del siglo pasado, se
inició el bombeo de agua del subsuelo para el abastecimiento de agua potable de
la ciudad y con ello comenzó un hundimiento mayor haciendo del Gran Canal del
Desagüe una solución ineficaz. Las inundaciones continuaron por lo que fue
necesario emprender otras obras y así, en los años sesenta se puso en servicio
el Emisor del Poniente y en los setenta, la “obra gigantesca” de drenaje
profundo: el Túnel Emisor Central, que fue concebido como la “solución final”.
A estas obras que en su conjunto se denominan Sistema
de Drenaje Profundo, se les suma otra de mayor calado: el Túnel Emisor Oriente,
TEO, cuya primera etapa de 10 km está por ponerse en servicio. Los adjetivos
han sido menos triunfalistas por los antecedentes que han puesto en entredicho la
“solución” al problema.
Así vamos y parece que la historia seguirá pues la
génesis de las inundaciones es el
hundimiento de la ciudad por el secado del subsuelo, sí, como inició hace casi
cinco siglos. En un principio se daba solamente por la reducción de las áreas
lacustres y de captación directa de la lluvia, y ahora además de eso, por la
extracción del agua del subsuelo. Vaya problema.
El abastecimiento de agua potable de la Ciudad de
México proviene en un 70% aproximadamente del subsuelo 3 y los
volúmenes se incrementan por la demanda creciente de la población, por lo que
el problema aumenta permanentemente, pues la sustracción de agua de los
acuíferos supera considerablemente su recarga en virtud de los tiempos tan
largos para que la retroalimentación hídrica sea efectiva.
De seguir así el abasto de agua, los hundimientos
seguirán y por ende las inundaciones serán parte de la vida cotidiana de la
Ciudad. Hundimientos e Inundaciones … irremediable binomio.
27 de junio del 2013.
1.- http://bit.ly/12IwsdL Lagos del Valle de México, Revista Arqueología Mexicana Vol XII-Núm.68,
2004
2.- http://bit.ly/11N8cBX Memoria para la Carta Hidrográfica de la Ciudad de México, Manuel
Orozco y Berra, 1864
3.- http://bit.ly/13XPuJC Programa de manejo sustentable
del agua para la Ciudad de México. Gobierno del
D.F., 2007
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