Glosas
... un espacio para hablar desde San Miguel
Enrique García y García*
TRANVÍA…nunca es
tarde.
Aparecieron las
primeras lluvias formales de la temporada y afortunadamente precipitaron algunos contaminantes en la ciudad capital de
la República aunque el programa Hoy No Circula siguió vigente pues la
contingencia no acaba. En este marco de relativa calma ambiental se dio un anuncio
inusitado1 publicado en Excélsior: el tranvía vuelve a las
calles de la Ciudad de México.
En otras Glosas he
comentado a través de textos e incluso un diagrama2 la complejidad del problema de movilidad en la ciudad
Capital y que por lo mismo no existe solución única, sino una serie de medidas
que resuelven parcialmente la situación y en efecto, la inclusión de un
transporte público como el propuesto coadyuva en mejorar el tránsito vehicular
y disminuir la contaminación.
La historia de los
tranvías en el País se inicia a finales del siglo XIX en muchas ciudades, como
una respuesta a su desarrollo ordenado al ofrecer un transporte público formal
pues seguía determinadas rutas sobre el tendido de las vías férreas en avenidas
principales; por su rapidez y economía tuvo gran éxito desde el comienzo. El
diseño de la red de caminos exigía la ubicación de las estaciones terminales y
las intermedias con los todos los servicios necesarios.
En los albores de su
uso, la tracción de los tranvías era con mulas las que anteriormente jalaban
carretas y carruajes, por lo que las estaciones principales contaban con
corrales y, valga el término, caballerizas; por otra parte, también tenían
talleres para reparar y acondicionar los vagones así como lugares para estacionarlos
cuando no estaban circulando; en el léxico popular se les conocía como ”tranvías de mulitas” 3 y daban servicio de transporte de
pasajeros en vagones con capacidad promedio de veinte personas, y también de
carga sobre plataformas adaptadas exprofeso y que en algunos casos se
enganchaban a los primeros.
Esta situación se
repitió en un buen número de ciudades incluyendo a esta noble ciudad de San
Miguel de Allende. De los relatos de mis mayores sé que la base principal se
encontraba contigua al templo de San Francisco y cercana al mercado municipal a donde llegaban carretas con
mercancías para descargar lo que se vendería allí mismo y lo que se enviaría a
la estación de ferrocarril en el “tranvía de mulitas” que circulaba por el
centro de la ciudad. En contra esquina de dicha estación se localizaba la
correspondiente a la del tranvía que era similar pero de menores dimensiones aunque
con todos los accesorios necesarios incluyendo una zona de espera, corrales etc. Historia de
boca en boca que vale un potosí.
El uso de los
“tranvías de mulitas” fue disminuyendo a partir del decreto presidencial de
1896 en el que se autorizaba la electrificación del sistema de tranvías y a
partir de esa fecha ese medio de transporte se fue convirtiendo en un atractivo
turístico. La llegada de los tranvías
eléctricos con su trole o pértiga de alimentación de electricidad, y que
requerían vías más anchas y cableado aéreo, hicieron que para los años cuarenta
del siglo veinte los queridos “tranvías de mulitas” prácticamente desaparecieran
en todo el País.
La inauguración del
primer tranvía eléctrico en México se dio el 15 de enero del 1900 en la Ciudad
de México y poco a poco su uso se fue extendiendo hacia el interior de la
República. En muchas localidades había estaciones de transferencia de pasajeros
que llegaban en tranvía de las zonas céntricas para tomar el ferrocarril que
los llevaría a otros destinos más lejanos. Había un equilibrio de movilidad
citadina y foránea, y obviamente sin el menor rastro de contaminación, que se
conservó hasta mediados del siglo XX cuando los vehículos de gasolina acapararon
las preferencias de los ciudadanos y sus gobernantes.
Desafortunadamente,
las autoridades gubernamentales despreciaron a los tranvías para favorecer el
uso de vehículos con motores de combustóleos cuando en otras latitudes se
preservó su uso; lo mismo puede decirse del transporte ferroviario de pasajeros
y carga que se ha substituido por el de autotransporte con las consecuencias
que ya conoces amigo lector y que me permití señalar en otro escrito4. Del transporte público no contaminante, en la Ciudad
de México quedan unos cuantos trolebuses, una línea de tren ligero y el metro.
Así las cosas, la reaparición
del tranvía en la Ciudad es digna de encomio pues además de contribuir a una
mejor movilidad y menor contaminación, da la pauta para seguir ampliando esa
incipiente red e incentivar el uso del ferrocarril para el transporte de
pasajeros y de carga. Bienvenido otra vez el uso del tranvía pues nunca es
tarde para volver al esquema de hace cien años.
1 “CAF Propone tranvía par CDMX” periódico Excélsior, abril 2016
2 “CAUSAS Y EFECTOS…ambientales” Glosas, E. García y G., abril 2016
3 Tranvías de Mulitas. Méxicomaxico.org, agosto 2015.
4 “AUTOTRANSPORTE…y el ferrocarril” Glosas, E. García y G., abril 2016
30 de abril del 2016
Cualquier
comentario referente a esta columna es bien recibido en mi correo
electrónico: ptfsc@prodigy.net.mx y también en twitter @fisicogarcia
* Físico Nuclear, egresado de
la UNAM, con diversas especialidades en energía, agua y transferencia de
tecnología; autor de cinco libros de divulgación técnica, dos más por
publicarse, y una centena y media de publicaciones afines; editorialista en
diversos periódicos nacionales, en temas humanistas y técnicos; consultor
independiente con sede en San Miguel de Allende, Gto.
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