Glosas
... un espacio para hablar desde San Miguel
Enrique García y García*
HAWKING…el ateo.
La primera vez que supe de la frase “sólo sé que no sé
nada” fue un primer día de clases de Ética en el CUM cuando el Maestro Demetrio
Sodi Pallares la dijo y pidió que la escribiéramos en la página inicial del
cuaderno. La anoté como todos que respetábamos la instrucción de un maestro
raro para el común de los docentes pues no usaba corbata, hablaba en voz baja y muy pausada, y era de más
edad que los otros.
Para la gran mayoría la frase no decía algo coherente
y menos tangible, que dejaba solamente
una incógnita sobre el significado del verbo saber que daba certeza de un
desconocimiento de todo. Vaya ambigüedad que mostraba la esencia de la asignatura
filosófica; la sabiduría.
Se aclaraba que todas las ciencias estaban
constituidas por tres objetos: el material, el objeto formal o terminativo y la
luz inteligible o motivo. El primero es lo que la ciencia estudia, el segundo,
que es parte del anterior, y es lo que la ciencia estudia por sí y
principalmente; el tercer objeto es el diferente modo como pensamos a un objeto
material y gracias al cual resalta el diferente objeto formal.
Referente a la luz inteligible distinguía el profesor
dos tipos: la natural y la sobrenatural. En el primer tipo se utiliza la
inteligencia y en el segundo echa mano adicionalmente de las creencias religiosas,
es decir de la fe, tema que es base para otros planteamientos que se salen de este escrito.
La luz natural se explicaba tiene diferentes grados de
abstracción en la medida que se excluye o no la materia individual, sensible o
la inteligible. La Física, por ejemplo al igual que la Astrofísica, excluyen la
materia individual, las Matemáticas quitan la individual y la inteligible, pero
la Filosofía excluye las tres, por lo que solamente atiende el mundo de las
ideas, conceptos meramente espirituales. Todo lo anterior nos conduce a esbozar
la faceta Stephan Hawking como filósofo.
En varios de sus conferencias, artículos y libro 1 se confesaba
abiertamente ateo pues indicaba que no era necesaria la existencia de Dios pues
todos los elementos de la naturaleza se regían por ordenamientos entre ellos y
su evolución, incluso se podía describir a través de formulaciones matemáticas
por demás complejas, como se señalaba en otro escrito 2 del que esto
narra, publicado en este mismo espacio de Excélsior.
El profesor Hawking como astrofísico vinculaba
procesos evolutivos del universo con características tangibles de la materia
como son las energías caloríficas, gravitacionales y nucleares, y los expresaba
con herramientas matemáticas que excluyen aspectos materiales e inteligibles.
De ahí su genialidad.
Sin embargo, no relacionaba ese fantástico
ordenamiento evolutivo con nada superior y suponía que ése se daba de manera
espontánea por la naturaleza misma de las cosas, y que se sepa, no
menospreciaba el que las personas atribuyeran ese ordenamiento a un Dios pues
quién era él para juzgar esa creencia, dado que se estaba en otro plano
sobrenatural ajeno al meramente humano, en el que se conjugan el mundo de las
ideas vinculado a una superior a la que podemos llamar “Sabia Naturaleza” o
simplemente Dios.
Gracias por todo Stephan Hawking, genio de nuestros
tiempos.
Y para los que creemos en otros “cosmos”, ¡Felices
Pascuas!
1 de abril del 2018
1
“The great design”, S. Hawking, L.Mlodinow, Bantam books, abril 2010,
Cambridge, Inglaterra.
2 “HAWKING…el matemático”, Glosas. E. García y G., marzo 2018. México. https://fisicogarcia-glosas.blogspot.mx/p/20180325-hawkingel-matematico.html
Cualquier
comentario referente a esta columna es bien recibido en mi correo
electrónico: ptfsc@prodigy.net.mx y también en twitter @fisicogarcia
* Físico Nuclear, egresado de
la UNAM, con diversas especialidades en energía, agua y transferencia de
tecnología; autor de cinco libros de divulgación técnica, dos más por
publicarse, y una centena y media de publicaciones afines; editorialista en
diversos periódicos nacionales, en temas humanistas y técnicos; consultor
independiente con sede en San Miguel de Allende, Gto.
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