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2017.05.01 ÁTOMOS...de cuidado.


Glosas


... un espacio para hablar desde San Miguel

 Enrique García y García*

ÁTOMOS…de cuidado. 

Para no variar, las noticias nacionales e internacionales no son nada halagüeñas y sí muy inquietantes; por un lado las notas de corrupción afloran en el período preelectoral que se vive, y con el principal objetivo de desacreditar a los contendientes y no para combatir los ilícitos, lo cual deja al descubierto a nuestra política sin esencia que busca lo de siempre, el poder político-económico. Por otra parte y en otras latitudes aparecen noticias muy, muy preocupantes relacionadas con el uso destructivo de la energía nuclear, provenientes de Corea del Norte y de los Estados Unidos. 

La vida apacible en San Miguel de Allende permite hacer pausas laborales para aprender algo, asistir a conciertos o escuchar presentaciones de primera. Hace un par de días se llevó a cabo una conferencia magistral de una persona de origen  japonés, avecindada en esta Ciudad y que sobrevivió la bomba atómica lanzada en su natal Nagasaki. El salón del Museo Allende estaba abarrotado pues era para muchos como el que esto relata, la primera vez que escuchábamos directamente las vivencias de alguien que estuvo allí el día la explosión y los siguientes. Aterrador. 

Con gran entereza relató el ambiente previo en el que se alertaba a la población, de aproximadamente 50 mil habitantes en ese entonces, sobre los planes de protección en caso de ataque aéreo con bombas convencionales. Era un niño de seis años que ese día no salió de su casa para jugar con sus amigos en el campo y se quedó junto con su hermana y su madre. 

Un ensordecedor estallido, similar a cientos de relámpagos a la vez, irrumpió la mañana del 9 de agosto de 1945, cimbrando la ciudad y cubriéndola con una nube ardiente con polvo y radiactividad que se esparcía por toda el área urbana y los alrededores limitados por sus zonas montañosas. La destrucción fue total en el lugar de impacto y fue disminuyendo en los sitios cercanos. La tremenda onda mecánica y calorífica se atenuaba al propagarse pero no así la radiación atómica que atravesaba sin dificultad el aire y paredes de casas y edificios. 

La desolación y zozobra eran patentes con los crujidos de los edificios que se desmoronaban y los lamentos de la población civil. El llanto de las personas especialmente de los niños era la tónica imperante en calles inundadas de polvo y un hedor de muerte insoportable. La voz entrecortada del relator compartía a los oyentes la angustia de los padres ante el desastre, pero continuaba hablando con gran fortaleza de los sucesos que vivió ese día. 

Los días subsiguientes a la explosión fueron tal vez peores pues la sed y hambre se hicieron presentes dado que no había agua potable ni alimentos, por lo que los padres iniciaron un éxodo a las zonas rurales para subsistir. En su camino presenciaron escenas dantescas de personas quemadas por la esfera de calor de miles de grados que los alcanzó y aniquiló. Silencio sepulcral. 

No hacía falta tener fotografías que ilustraran lo ocurrido pues las palabras del orador eran suficientes dado que narraba las vivencias de un niño en medio de la tragedia en voz del ahora adulto, que desde hace poco tiempo habla para sanar su dolor y sobre todo para que su testimonio se mantenga vivo y sirva de alerta permanente para prevenir lo que pudiera suceder en pleno siglo XXI.  

Inmediatamente después del fin de la guerra vinieron años en que la comunidad internacional aquilataba el poder de la energía nuclear para la destrucción y se elaboraban programas para erradicar ese uso bélico y por el contrario fomentar su utilización para el bienestar de la humanidad. Hace años escribí en este espacio sobre “Átomos para la paz”1 y comenté que fue el lema que impulsó las tareas en la ONU para la creación de un organismo especializado que velara por las aplicaciones pacíficas de esa energía; así nació el Organismo Internacional de Energía Atómica con sede en Viena, Austria, hace justamente setenta años. 

La voz de alerta del valiente conferencista es digna de encomio a la que modestamente me sumo, pues el diálogo entre los dirigentes de los países que me refería al inicio del texto lo amerita hoy más que nunca. Es aterrador leer como uno y otro con absoluta ignorancia y máxima irresponsabilidad se refieren a su armamento atómico. No es momento de hablar de las múltiples bondades de la energía nuclear sabiéndola utilizar sino de frenar a ésos y otros líderes del hecho que están jugando con fuego. Los átomos son de cuidado. 



1 “ÁTOMOS PARA LA PAZ…y el progreso”. Glosas. E. García y G. marzo 2011




  

1 de mayo del 2017


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