Glosas
... un espacio para hablar desde San Miguel
Enrique García y García*
Durante
la década de los 80 y a instancias de la ONU, se convocó a la comunidad
internacional para analizar las acciones pertinentes para frenar el agotamiento
de la capa de ozono, O3, que cubre la atmósfera terrestre, provocado
por las emisiones de gases que contenían cloro y bromo. El deterioro de dicha
capa protectora tiene efectos directos en el medio ambiente y en la salud
pública. El O3 de la estratósfera, (ozono bueno), tiene la peculiaridad de
absorber la mayor parte de radiación ultravioleta, que de llegar a la
superficie terrestre incidiría negativamente en la producción de alimentos,
formación del fitoplasma marino y ocasionaría cáncer de la piel en la población,
por mencionar lo más relevante.
Fueron
múltiples las reuniones llevadas a cabo en diferentes países, en las que se trabajó en un acuerdo que se denominaría
Protocolo de Montreal, por ser en esa ciudad canadiense donde se convino en
elaborar el documento que establecía detalladamente los compromisos de los
firmantes para lograr la meta propuesta.
El objetivo primordial era la eliminación de emisiones
de esos gases CFC (clorofluorcarbonados) y substituirlos con otros compuestos “ecológicos”.
Así las cosas, los fabricantes de extintores de incendios, aerosoles, fluidos refrigerantes,
materiales aislantes y muchos otros, tuvieron que cambiarlos siguiendo un
cronograma bien estructurado, que señalaba que en el año 2010 no habría tales
emisiones. El Protocolo se firmó y ratificó en múltiples ocasiones, y los
países signatarios anunciaban su fiel cumplimiento a los acuerdos y pregonaban
sus logros. No obstante, al día de hoy los resultados de tales esfuerzos son
mínimos pues si bien es cierto se han reducido las emisiones, la recuperación
de la capa de ozono es apenas incipiente. Prueba no superada.
Por otra parte, el desarrollo industrial del orbe ha
echado mano de la energía proveniente de hidrocarburos y carbón, en plantas
termoeléctricas, generadores industriales eléctricos, refinerías de productos petrolíferos,
y la minería del carbón. Todo ésto ocasiona la emisión de CO2, y
formación de O3, (ozono malo),
que aunado a la desforestación, son los causantes principales del llamado
“efecto invernadero” y propulsor del Cambio Climático, CC, cuyos efectos ya se
empiezan a sentir al tener climas más extremosos. El problema ambiental se
complica.
Así como el Protocolo de Montreal nació para eliminar
las emisiones que causaban el deterioro de la capa de O3, en 1997, bajo el programa de las
Naciones Unidas para combatir el CC, nace el Protocolo de Kioto que pretende disminuir
las emisiones de gases causantes del “efecto invernadero”, como son el dióxido
de carbono CO2, metano CH4, óxido nitroso N2O
y otros gases industriales fluorados. Aquí vamos.
En días pasados, bajo auspicios del Programa de las
Naciones Unidas para el Medio Ambiente, se realizó una reunión cumbre en la ciudad de
Nairobi, Kenia, para analizar de manera conjunta la situación ambiental que
prevalece en todo el mundo vis à vis del
Cambio Climático. El objetivo era revisar los avances de las acciones previas y
refrendar los compromisos adquiridos y asentados en los Protocolos de Montreal
y Kioto, pues los resultados alcanzados hasta ahora son insuficientes. En
múltiples declaraciones se hizo énfasis en la responsabilidad de los países
industrializados, que causan la mayor parte de las emisiones para que reduzcan
substancialmente sus emisiones y se convoca a los otros países cuya
contribución es marginal, que hagan lo propio.
Nuestro País, que dicho sea de paso genera alrededor
del 2% de las emisiones nocivas, ha tenido una participación relevante al
insistir en la gravedad del problema y a comprometerse a reducir la mitad de
sus emisiones para el año 2050. El interés del País en el tema es grande no
sólo por solidaridad ética internacional, sino porque es muy vulnerable a los
efectos del CC, que ya se manifiestan con severas sequías y problemas para la
disponibilidad de agua para la población. Alerta.
Considero que el País tiene una oportunidad para coadyuvar
en el liderazgo de las acciones contra el CC y promover un nuevo acuerdo internacional
que tome forma de Protocolo, y de paso conseguir beneficios económicos para
implantar medidas que nos permitan crecer con energéticos renovables amigables
con el medio ambiente. Hay que empezar. Debemos emprender acciones drásticas
minimizar los efectos inminentes, de lo contrario tendremos que enfrentar
graves consecuencias. Los acuerdos de Nairobi son clave para subsistir.
22 de febrero del
2013
Cualquier
comentario referente a esta columna es bien recibido en mi correo
electrónico: ptfsc@prodigy.net.mx y también en twitter
@fisicogarcia
No hay comentarios:
Publicar un comentario